La Meta de Dianética
Un mundo sin demencia, sin criminales y sin guerra; esta es la meta de Dianética.
Durante miles de años, el hombre ha luchado hacia adelante con su conquista del universo material, pero él ha sabido casi nada sobre el arma más importante, su más valiosa posesión, la mente. A pesar de este obstáculo de ignorancia, él ha progresado, pero por este obstáculo él ha acumulado en sí mismo las penas de la locura y de las enfermedades, pero más importante, la amenaza de destruir todo su trabajo; la guerra moderna.
Dianética es la ciencia del pensamiento. El enfoque de Dianética incluye todos los datos pertinentes al pensamiento. Mucho más sencillo de lo que supuso el hombre, los trabajos de la mente humana y el conocimiento en sí se convierten en Dianética, en un cúmulo de conocimientos con el cual cualquier individuo, razonablemente inteligente, puede trabajar.
Ninguna civilización puede progresar al nivel de estabilidad de una sobrevivencia continúa sin un certero o seguro dominio del conocimiento, tal y como aparece en Dianética. En cuanto a Dianética, hábilmente usada, puede hacer exactamente lo que asegura. Esta puede, con la calma del individuo, prevenir o aliviar la insanidad, neurosis, compulsiones y obsesiones, y puede traer bienestar físico quitando la causa básica de casi setenta y cinco por ciento de las enfermedades del hombre. Este puede, en el campo de un país pequeño o en grupos pequeños, tales como esos en las industrias, mejorar la administración al punto de que esas lastimosas e inadecuadas ideologías por las cuales se pelea y muere el hombre con un temeroso ahínco, puede ponerse a un lado a cambio de una tecnología que trabaja.
Dianética es penetrante. El comportamiento humano y el pensamiento humano son el fundamento de la exploración humana. Tan pronto uno tenga una respuesta a estas adivinanzas, no hay casi nada que no se pueda eventualmente resolver.
Pero Dianética también es, para algunos, una cosa extraña y temerosa. Esta invade e ilumina tantos campos y actividades que no puede más que buscar y exponer a aquellos que se benefician por ignorancia y supresión, y cuya única importancia resta en su habilidad de controlar a otros seres humanos. ¿En dónde está el líder revolucionario que, mediante sus enseñanzas sobre odio y prejuicios, podría quitar a un gobierno cuando sus tropas repentinamente entiendan que la ideología que propaga son antiguas y pasadas de moda? ¿Dónde está la sociedad que existía para «curar» (pero no lo hizo) algunas enfermedades espantosas que Dianética puede eliminar con facilidad? ¿De dónde obtendría esa sociedad más fondos? ¿Y qué del practicante que ha dedicado años al estudio de los métodos y teorías que repentinamente han demostrado estar obsoletas y hasta perjudicial?
De repente aparece Dianética, ante un escenario de ignorancias conflictivas sobre la insanidad, enfermedades, odios y guerra es ciertamente desalentador para aquellos cuya ganancia está en el conflicto. Después de cada guerra hay un sinnúmero de generales en la lista de desempleados. Se podría decir que Dianética es el comienzo de la guerra del hombre contra la oscuridad y la ignorancia sobre su propia mente – y muchos «generales» comienzan a ver sus estrellas desvanecerse.